Tiempo de mudanza

Nunca podemos estar tranquilos, cuando no nos falta o falla una cosa, nos falta otra, pero bueno, ya nos hemos casi acostumbrado a estar o vivir en una continua ‘mudanza’, a cambiar la piel, a bajar la persiana, apagar el micrófono, o que nos lo apaguen, a salir por la puerta, aunque a algun@s les hubiera gustado que lo hiciéramos por la ventana, salir por la puerta y hacerlo con toda la dignidad del mundo.

Dignidad, esa palabra que nunca faltará en mi diccionario particular.

Hace tres semanas que salí por la puerta del que, en el último año, había sido mi lugar de trabajo, y casi mi segunda casa, perdí pronto la cuenta de las horas que pasaba allí al día, pero bueno, eso es algo que siempre hago, quizás mal, entregarme al 100%.

Y salí por la puerta, así sin esperarlo. Un miércoles a las 14 horas, recién acabado el programa, que había estado haciendo el último año, con el que había entrado en la casa de cada oyente y llegado a sentirte parte de su familia, de su día a día, te comunican que tu contrato, que está a punto de cumplir un año, no puede renovarse y que tu labor ha llegado a su fin.

Y ya no hubo momento para la despedida, para decirle adiós a mis amigos/oyentes. Al día siguiente ya no pude saludarles, me dijeron que por política de empresa.


Así que empecé a meter todas mis cosas en cajas y a hacer de tripas corazón, intentaba encontrar una explicación, aunque no lo conseguí.

Salí por la puerta, sabiendo que al día siguiente ya nada sería igual, cuando volví para recoger ‘mis cosas’ tuve la sensación de ser una extraña, de haber pasado de ser una más, a ser una desconocida, pero en ese tema mejor no entrar.

El caso es que siendo en plena Semana Santa, muchos pensaron que mi silencio radiofónico se debía a ‘unas merecidas vacaciones’, a unos días de descanso. Pero pronto la noticia empezó a circular, mis amigos más cercanos, y otros, a través de mis redes sociales, supieron que el 16 de marzo había hecho mi último programa de radio en esa emisora.

Ahora tres semanas después me veo con la suficiente fuerza para hablar de nuevo de ilusión, después de comprobar que muchos de mis compañeros siguen siendo amigos, porque lo fueron desde el principio, y que otros ya no son, ni siquiera, compañeros.

Reconozco que alguna lágrima he soltado, quizá de más, pero somos animales de costumbres y pronto me acostumbré, de nuevo, a las entrevistas, a los debates, a las noticias, algunas incómodas para algunos, a sentir la actualidad del Valle del Guadalentín desde bien temprano, a darla a conocer a todos los oyentes, a ampliar mi agenda de contactos y de amigos, porque un año, ha dado para mucho.

Ahora todo vuelve a empezar, porque la ilusión he conseguido mantenerla intacta, aunque alguno haya intentado manchar mi nombre, le ha faltado tinta y sobrado alguna palabra.

Vuelve a salir el sol. No estoy de vacaciones en la radio, si ya no me escucháis en ese programa, que tan bien nos lo hacía pasar, es porque decidieron prescindir de mí y de mi trabajo.

Pero lo importante es que sigo aquí, con nuevos proyectos, en los que espero seguir contando contigo.

Nos leemos, escuchamos y oímos. Ahora y siempre, mientras nos quede dignidad.

 

 

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