Amigos para siempre

(Carta escrita tras la muerte de mi perra Navi en enero de 2012)

Aún recuerdo el día que llegaste a casa, y es que tengo claro que hay llegadas que no se olvidan al igual que las despedidas. Llegaste pequeña y, nada en aquella mañana de diciembre de 1997 hacía presagiar el gran hueco que te harías en nuestra familia.

Aquella mañana cada miembro de mi familia fue a verte, llegabas en brazos de mi hermano pequeño, que por aquel entonces tenía 7 años y recuerdo las palabras que dijo mi madre, como si las estuviera pronunciando ahora mismo: ‘Hoy se queda en casa, pero mañana la devuelves al lugar donde la encontraste’. Te miré y te dije, ‘no le hagas caso, que seguro que te quedas’. Busqué sitio para ti, una caja de zapatos era lo suficientemente cómoda para poder darte cobijo aquel día, en el que la vida me hizo un regalo. Todos nos apresurabamos a darte algo de leche, darte calor, saber qué sexo tenías y sobre todo, impedir que mancharas la casa al hacer tus necesidades.

El lunes llegó y rezaba para que mi madre no cumpliera su promesa de hacer que mi hermano te devolviera al lugar en el que te había encontrado indefensa con poco tiempo de edad y con muchas cosas y vivencias por darnos a todos. Te quedaste, pronto te hiciste con todos y vimos que lo mejor para ti y para nosotros era que fueras una más de la familia. Recuerdo que decidimos llamarte ‘Navidad’, por la próximidad de las fiestas navideñas, aunque tuvimos que abreviar a ‘Navi’.

Nos fuímos dando cuenta del amor que desprendías y lo mucho que te gustaba jugar con nuestras zapatillas, lo que odiabas montar en coche (porque puede que en coche te llevara hasta la puerta de nuestra casa el/la energúmen@ que te abandonó), lo mucho que te gustaba el paté, el queso y lo que nos querías.

Como corrías a la puerta de casa cuando oías las llaves entrar en la cerradura, como reconocías nuestras voces o pasos aunque no nos estuvieras viendo. Compartí contigo muchas tardes de sofá, de películas romanticonas en las que me veías llorar sin consuelo y venías para que te acariara, y te dijera que estaba bien, que solo era una película y que no me pasaba nada, lo suficientemente importante como para que te preocuparas por mí.

Navi

Y así una vida entera, tu vida que has dedicado a ser una de las mejores cosas que me ha pasado en mis 29 años, y que puede que pase tiempo para que vuelva a recuperar la ilusión, la que me hacía ir a Lorca para verte, para encontrarte siempre esperándome en la puerta, para demostrarme, que hubiera pasado un día, una semana, un mes,… me querías como el primer día.

Viviste conmigo uno de los días más felices de mi vida: mi boda, y no quise perder la oportunidad de hacerme una foto contigo, las dos tan guapas, tan felices,….. pero también pasaste con nosotros uno de los momentos más amargos de nuestra historia, el terremoto. Recuerdo que pasaste aquella noche del fatídico 11 de mayo con nosotros en el campamento de la Viña, allí algunos perros más, y yo orgullosa de escuchar a mi madre decir, que habían salido corriendo de casa, con lo puesto y contigo y tu mantita, porque eras importante y tenías que ir con ellos, allá donde fueran, allá donde estuviera su nuevo hogar.

navi malita

Ahora ya no estás, te has ido, y ya no correrás a mi encuentro cuando vaya a casa, ya no podré decirte lo mucho que te quiero, espero que lo entendieras algunas de las miles de veces que te lo dije….
…….me quedan muchas cosas por decirte.

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