«Amistad, ese sentimiento que no entiende de horas, días, meses, estaciones. Ese estar o no estar, ese ser y no sólo de fachada. Ese pensamiento, ese estar contigo / conmigo a pesar de la distancia, las montañas, la tormenta. Eso es la amistad».
Esta mañana escribía esto sobre la amistad. Esa palabra (Del lat. *amicĭtas, -ātis, por amicitĭa, amistad) que según la RAE en su primera acepción significa ‘afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato’.
Hoy quiero hablar sobre la amistad y lo que vamos construyendo a lo largo de nuestra vida. Me viene a la cabeza lo que le escribía en las carpetas del colegio de mis amigas, ‘la amistad es como una flor, que si no la riegas se muere’ y a esa edad, reconozco que siempre estábamos pendientes de encontrar agua para mantenerla viva, para conservar la amistad.
Crecí rodeada de ellas, en cada calle de mi barrio vivía una de mis amigas del cole, gracias a ellas me aprendí el nombre de sus calles, crecí con ellas muy cerca, teníamos los mismos problemas, las mismas ilusiones, crecer y hacernos mayores, mientras tanto, íbamos conociendo cómo era eso de vivir, enamorarse, los primeros desengaños, los bailes y fuimos pasando etapas JUNTAS: guardería, colegio, instituto. Y llegamos a la universidad, aunque con diferentes preferencias a la hora de hacer nuestras carreras, muchas compartimos piso de estudiantes, otras se fueron a vivir lo suficientemente cerca como para poder visitarlas, sobre todo, esos jueves de fiesta universitaria.
Amistad ‘afinidad, conexión entre cosas’
Luego la vida ha seguido cumpliendo etapas, una vez licenciadas, unas encontraron su trabajo, se casaron, tienen hijos y a pesar del tiempo, seguimos siendo amigas. De esas a las que puedes llamar pasen los días que pasen, los meses que haga que no nos hemos visto, porque durante muchos años regamos aquella flor con agua limpia, fresca y pura, como nuestra amistad.
La vida nos lleva por unos derroteros que también te dan la posibilidad de conocer nuevos amigos, de esos que llegan para quedarse, de esos que ahora llenan tu ‘whastapp’ de mensajes, que forman parte de grupos, que te llenan la pantalla de ‘emoticonos’, que te mandan fotos desde sus lugares de vacaciones, desde el lugar en el que hayan ido a parar, sólo para que sepas que se acuerdan de ti.
Tengo amigos y eso es algo que por desgracia no todo el mundo puede decir. Tengo amigos y les quiero, sé que me podrán ayudar a hacer menos dolorosas las penas, más grandes las alegrías, más inmensas las victorias, más pequeñas las derrotas. Amigos a los que podré llamar para buscar una palabra de aliento, también para que me digan cuando estoy equivocada, amigos a los que les podré pedir todo, bueno, casi todo, porque ahora mismo el dinero escasea, pero ellos partirían su plato de comida con tal de que yo comiera.
Afortunada me siento y hoy quiero hacerle un homenaje a todos esos amigos puros y desinteresados, que están ahí, a los de siempre, a los de ahora y a los que estoy segura que vendrán.
PD- Dedicado a todos los amigos y amigas que me soportan y aguantan, nos os nombraré porque la lista sería muy larga, pero espero que al leerlo os sintáis identificados.
Hasta una próxima parada!
Ana P.